La circuncisión masculina es una sencilla intervención quirúrgica en la que se extirpa la piel que recubre el glande (prepucio).
Aunque tiene algunas indicaciones médicas (la estrechez del paso del glande a través del prepucio o fimosis), habitualmente se practica por motivos higiénicos, rituales o religiosos. Es frecuente en muchas tribus africanas y entre judíos y musulmanes.
En Estados Unidos se realiza a más del 80 % de los niños varones por motivos higiénicos.
La circuncisión no afecta en absoluto a la vida sexual del hombre, ya que no altera su sensibilidad ni su excitabilidad.
La circuncisión femenina es una práctica muy extendida en muchos países de África, Oriente Próximo, Indonesia y Malasia. Consiste en la extirpación quirúrgica, habitualmente sin garantías higiénicas ni sanitarias, del clítoris (ablación de clítoris) y los labios menores y a veces también los labios mayores.
Se les realiza a las niñas antes de la pubertad y conlleva numerosos riesgos para la salud (por ejemplo, de infección o hemorragia), además de suponer una auténtica mutilación genital y sexual. Aunque se lleva a cabo por diversos motivos rituales y religiosos, actualmente es una práctica que se pretende erradicar por parte de la Organización de las Naciones Unidas
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