Los animales necesitan interrelacionarse con el medio en el que viven ya que de él deben tomar el alimento y relacionarse con otros individuos de su especie o de otra cualquiera. Para poder percibir los cambios en su entorno tales como la presencia de alimento, un enemigo o la variación de luz y temperatura, se hace necesaria la presencia de unos órganos sensoriales.
La complejidad de estos receptores crece en función al desarrollo evolutivo del animal; en algunos casos, como en protozoos, son muy simples, formados por células receptoras aisladas en el cuerpo, pero a medida que aumenta la complejidad del animal también lo hace la de sus órganos sensoriales que agrupan células que actúan como receptores.
Los principales estímulos que llegan al organismo y que son capaces de provocar una respuesta pueden ser de naturaleza luminosa, química, térmica, mecánica o eléctrica, y los receptores de los animales superiores están especializados en captar cada uno de estos estímulos de forma diferenciada.
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